jueves, 17 de diciembre de 2009

Un pecado en St Clement's Church (VIII).

El amor comienza con el pensamiento, somos lo que pensamos. Los pensamientos amorosos crean experiencias y relaciones amorosas. No puedes amar a nada ni a nadie a menos que antes lo respetes seriamente como a ti mismo. Si deseas ser amado, todo lo que debemos hacer es dar. Antes de comprometerte a una relación no te preguntes por lo que la otra persona te pueda dar, sino por lo que tú puedes darle a ella. El gran secreto de una relación amorosa, feliz y duradera es centrarte siempre en lo que puedes dar, en vez de lo que puedes sacar de ella. Eso no significa perder la perspectiva de lo que tú debes darte en primer lugar. Y para encontrar un amor verdadero, primero debes encontrar a un amigo o a una amiga verdadera. El amor no consiste en mirar a los ojos del otro, sino en mirar juntos en la misma dirección. Si deseas introducir amor en una relación, primero debes aportarle amistad.

A mis 19 años el amor era muy básico, esencialmente emocional, sensorial y erótico. La relación con Sophie era fundamentalmente pura atracción erótica mezclada con los sentimientos propios que genera el placer y la ilusión potente de la testosterona.

No recuerdo bien el almuerzo de ese día en el Merlin, del embarcadero central, lo que sí tengo muy nítido en la memoria fue cuando Paul llegó a las 6 p.m. y Sophie y yo estabamos jugando totalmente desnudos en nuestra alfombra preferida.

Toda relación deja huellas en el alma, marcas ardientes de fuego, azufre y hierro, tatuajes grabados en la carne viva a golpes del cincel del desengaño. ¡¡¡Corre al baño!!! - grito Sophie - la ví tan aterrorizada que de inmediato supe de que se trataba, cogi mi ropa en un instante veloz y corrí al baño de visitas; cerré la puerta con un cuidado extremo y silencioso. Mis latidos habían superado al de cualquier atleta en su máximo esfuerzo, mi respiración era muy tensa. Rapidamente empecé a vestirme y no estaba mi calzoncillo ¡¡¡demonios!!! - seguí vistiéndome y jale la cadena del inodoro, me lave las manos y salí suavemente como si nada hubiese pasado. No había nadie en la sala, aproveché para ver si mi calzoncillo estaba por algún lado, no había nada, asimismo miré si todo estaba en orden antes que Paul bajará con Sophie que evidentemente éstaban en su dormitorio.

Días más tarde Sophie me contó que subió como un rayo a su habitación con toda la ropa y mi calzoncillo, que se vistió en un instante, se arregló con un cepillo el pelo y casi de inmediato Paul estaba saludándola con un beso en el umbral de la puerta del dormitorio. Lo curioso es que el calzoncillo nunca más apareció.

Pero en ese momento cuando bajaron ambos a la sala y me saludaron, Sophie improvisó de inmediato una excusa indicándole a Paul que estaba visitándolos por el interés en música previa a los Beatles y que como ella tenía otros grupos favoritos no podía seleccionar algunos de los discos de acetato, que aún sellados, él conservaba en su discoteca privada.

Tuve que tragarme la explicación de Paul sobre diversos grupos musicales así como solistas que generaron la base musical que posteriormente se llamaría "beat". Puse una atención exagerada, aun cuando su actitud era algo rara, y no era para menos, ya que mi pelo estaba algo desordenado así como aromatizado por el cuerpo de Sophie durante esas 3 horas de pasión.

Paul muy gentilmente me obsequió un par de "long plays" los Drifters y los Beach Boys, y me prometió grabarme en un cassette a Roy Orbison y Sam Cooke. Cincuentón muy amable y flemático, nariz afilada y cuasi-guinda, sonreía con elegancia y cortesía, hasta que no pude más y agradecí toda la orientación musical recibida, proseguí a despedirme dándole la mano a Sophie y a Paul, al puro estilo inglés. No te vayas aún - dijo Paul - quedate a tomar un té - pero obviamente mi resistencia como actor no era nada buena y saque fuerzas para negarme amablemente y repetir mi despedida. Así fué, salí, luego de dar el adios a ambos, fuí sólo por la sala, luego al corredor y realicé una venia antes de cerrar la puerta.

A este mundo venimos con las manos vacías y al morir también nos vamos sin nada, lo único que realmente disfrutamos es el tiempo presente que sentimos y percibimos. Lo que nos hace falta, o al menos eso parece, es más tiempo. Podemos tener muchas cosas, aventuras románticas, mucho dinero, pero jamás podremos acumular tiempo para después. El tiempo se acaba siempre, se esfuma como una gota de rocío en verano, a penas somos concientes del presente, el tiempo ya se fué.

Sentía que mi relación con Sophie se acabó, no sólo por la difícil situación en la que Paul, por más ingenuo que fuese, estaba viviendo junto a Sophie. Ellos tendrían que arreglar sus problemas maritales, mi presencia era efímera y casual; tenía que terminar.

Cuando nos entregamos en una relación estamos dando lo más preciado de nuestra vida al otro, tiempo. Entonces, es preciso saber que no podemos desperdiciarlo en complicaciones inútiles, peligrosas o absurdas. Ese tiempo dado a otra persona jamás regresará, nadie podrá devolvertelo.

Caminé por las calles de Liverpool otra vez con sensaciones contradictorias, con muchas preguntas a mi mismo y con desasón por lo que pudo ocurrir si Paul nos descubría in fraganti. Hubiera sido una tragedia que no quería imaginar. Esta vez si estaba decidido a no volver a ver a Sophie, y fue definitivo en ese momento.

Llegué a casa justo a la hora de la cena y Violeta con Patrick estaban sentados en el comedor de diario con una evidente alegría en sus rostros - buenas noches que contentos los encuentro ¿que ha pasado? - dije, y Patrick sonriente me entregó un sobre con los 3 tickets para el concierto de los Queen's - todo en mi se puso alegre y feliz, abracé a Patrick, le dí un beso a Violeta y no paraba de examinar los boletos; faltaban 10 días para el concierto y 3 días para que Kevin y Steve - los primos de Patrick - lleguen a casa.

Mientras Patrick me daba consejos para que no pierda los lugares en el London Road Stadium, lugar del concierto, el teléfono sonó, Violeta contestó y hablaba amigablemente con alguien. Su mirada se dirigía a mi con cierta sorpresa. Mi conciencia empezó a darme vueltas por el estómago y a suponer lo peor. Violeta colgó el teléfono y dirigiéndose a mí me pregunta - ¡qué ha pasado con Sophie!