viernes, 11 de diciembre de 2009

Un pecado en St Clement's Church (VI).

Esa tarde Sophie decidió quedarse en casa de una amiga, Paul pasaría a recogerla en la noche y no hicimos ningún plan futuro, simplemente nos despedimos con un auténtico beso.

Regresé caminando con diversas sensaciones, sabores emocionales y angustia; aún estaría por verse cómo serían los días siguientes y el cuidado especial que debíamos planear para no ser descubiertos. No sé si la fuerte atracción erótica que sentía por Sophie era suficiente para dejarme llevar, tampoco sé si estaba naciendo algo serio entre los dos; lo que si era verdadero e indiscutible es que estabamos en pecado y en riesgo de cualquier locura por parte de Paul.

No desear a la mujer del prójimo dice el décimo mandamiento y era justamente lo que me estaba ocurriendo. Con mi enamorada en Lima jamás he tenido relaciones y me cuesta con Sophie, luego de fornicar, verla caminar desnuda, esbelta, preciosa y totalmente princesa ¿que me está pasando? casi ni me acuerdo de Patricia - mi enamorada - ni de mis mejores amigos a los cuales tenía muy presente antes de conocer a la noble british. Tenía sólo 2 años de egresado de un colegio religioso en Lima, Perú, interiormente estaba desarrollando un enorme conflicto emocional.

La luna llena iluminaba la ciudad y de pronto la iglesia Saint Clement aparecio al voltear la esquina Mac Bride famosa por su heladería italiana. Decidí entrar y así fué; era una gran oportunidad para confesarme.

No habían sacerdotes a esta hora, sin embargo observé al lado derecho de la iglesia un enorme confesionario, la estructura de caoba, las celosillas y puerta central de acceso del confesor. Obviamente el espacio interior y la altura era ad hoc para el gran tamaño de los ingleses, pero por la placa de bronce que tenía en la pared del fondo descubrí que era una reliquia en deshuso. Los protestantes no se confiesan, ese confesionario está ahí como una pieza de museo heredada del siglo diecisiete. No me quedaba otra alternativa que meditar en silencio.

Escuchar es un arte olvidado, es como una medicina espiritual que está siempre en nuestro interior, con un poder energético insospechado. Sin él, no podemos comunicarnos ni relacionarnos con los demás, entonces cuando lo ignoramos no logramos que nuestra vida tenga sentido. Necesitamos aprender a escuchar, sentarnos en silencio nos permite escucharnos y comprender. Este silencio es capaz de sanar las preocupaciones y el dolor más profundo, aunque los demás no nos entiendan, la verdad es que con el silencio se puede curar y entender todo.

Oir en silencio y auténticamente significa que podemos percibir la realidad. En silencio conectamos con nuestro ser.

Para mí siempre fué fácil meditar, recuerdo que de niño me tenían que gritar para salir del trance natural en el que entraba cuando algo me atraía en el pensamiento - pareces un opa! despierta! me decían. En este viaje descubriría a través del profesor Rohit Ratma que meditar era algo natural en mi.

Sentado en la banca con los ojos cerrados percibía el aroma de los cirios y flores del altar, sentía la paz de todo el recinto y la energía de las miles de ceremonias celebradas desde el principio. Luego empecé a orar - Dios mío por favor perdona mi pecado, permiteme saber que debo hacer, me siento atrapado por el deseo y el placer, no tengo fuerzas suficientes para negarme y rechazar a Sophie.

Minutos después me perdí en el silencio y paz interior, pasaban algunas imágenes del día en The Cavern, los bloody's marie's y bacalaos del Blue Bar and Grill Liverpool, el delicioso Darjeeling tea y el extraordinario placer de nuestros cuerpos en el hotel Stalbridge Guest. Al final mi mente quedó en blanco y mi cuerpo se relajó completamente; durante largos minutos me sentí conectado al universo del cual emanaba una música pacífica, angelical y penetrante.

Sin esperar nada de esta meditación visualicé al universo inmenso y vivo, alegre, lleno de colores y contrastes, del cual surgió una voz amable que claramente decía: "Deja que todo fluya, permite que sucedan los hechos, no renuncies a Sophie". Abrí los ojos inmediatamente, todo estaba quieto y en paz; sin pestañar me levanté y me fuí a casa.

Caminaba y quería reir de la experiencia en St Clement Church, me aguantaba la risa, hasta que un pensamiento apareció dominante en mi mente que me decía "Ríe, no te reprimas, es de humanos reir". Así fué como solté la risa inicié un trote, giré varias veces y reí por todo y por todos, miré a la Luna llena cara a cara agradeciendole su luz.

Esa noche decidí fluir.

..........continúa...........