lunes, 5 de abril de 2010

Tonkatsu

Salmón como el color de esa mañana de cábala.

Te ofresco ushio para que calmes tu sed de desiertos,
pero insistes en tus letanías con fervor religioso, terca y obstinadamente.

Sushi mi amor, sólo dejate llevar, la vida es un instante.

Desafías mi experiencia con tu mirada adivina y preguntas de cartilla
¿acaso no sabes que la luz viene de la oscuridad y del caos perseverante?

Yakitori para el gélido pensar de tus rebeldías. Te quedas con los makis!

No me importan tus posesiones, no me interesa tu quiebra en la bolsa, no siento nada sin esos lujos que tanto te angustian, ni siquiera me importa tu piel ni tus mechas violetas. Sólo me interesas tu.

Desde Macao a Kioto, te beso hasta Nara, tus labios rojos me duelen, tu frío cálculo y terco fenotipo zipango me hace temblar. Suelta ya las amarras y prueba este Misho que acabo de preparar.

Esta noche en el Kabuki una katana llevaré debajo de mi manto y llegado el momento de tu rechazo cortaré tu pelo y te verás comenzando otra vez. Tu pelo cortado no sangra, pero tu orgullo si. Bushido gritarás y llegando al tatami no dejaré nada sobre tu piel, pues habrá llegado la hora de darte todo lo que sé.

Momento del Chanoyu que con rabia preparas y disgusto bebes, me sirves sin mirarme, sólo verificas que observo tus pies desnudos para crear otra fantasía que te hará gozar. Una fantasía de Yasaitame que representa esa mezcla de pasiones inversas y tercas de tu kokoro y el mío.

Miai, amor a fuerza de tradición. Aishiteiru, aishiteiru como jamás mi kokoro apasionado pudo amar.

L.C.