jueves, 3 de diciembre de 2009

Un pecado en St Clement's Church (II)

Poco a poco llegó el relax y cámara lenta de nuestros
gestos y movimientos. Las caricias continuaron sin palabras, nuestras miradas enfocadas con nuestras almas y la respiración compartida fosa a fosa, bocanada tras bocanada, en medio de la sala minimalista y espaciosa, decoraban con energía vital todo el espacio acostumbrado al té y parsimonia inglesa.

Tendidos en la alfombra tomé conciencia del frío que había invadido el aire acondicionado, Sophie pareció entender y se paró a regular el nivel de la temperatura. Mi mirada no se despegaba ni un instante de su delgada figura.

Todo pasó tan veloz.

Seguí absorto en la alfombra hasta que Sophie desapareció de la sala, entonces me incorporé y recolecté mi ropa. Ella apareció por detráz, sensual y decidida con una truza de baño para mi, algo grande, pero muy útil para esa alberca que tenía impecable en el jardín de su casa.

No había diálogo, sólo acción. Saltamos a la piscina y caímos como delfines de un acuario, mi ropa de baño se deslizó por ser unos centimetros más ancha que mi cintura; entonces Sophie decidió seguir jugando a la película muda pero rebozante de pasión.

Tengo fish and chips - dijo - ¿te gusta?
Pescado con papas - pensé en español - y por supuesto le dije que sí, en ese momento necesitaba urgente comer algo.

Semanas más tarde me dí cuenta que el plato "fish and chips" es como nuestras salchipapas, muy típico de los británicos, unos lo hacen delicioso, otros un desastre, depende del lugar donde las pidas. Obviamente las que hizo Sophie fueron las mejores que probe en toda mi vida.

¿Quieres más?
No - le dije - quiero saber que hora es y decirte que estamos locos, que estamos muy locos, no hemos debido encontrarnos ¿sabes lo que puede pasar si nos descubren? ¡Tengo una hermana clarividente y llena de reglas morales! ¿Y Paul, crees que merece esta situación?
Sophie asentía y sólo atino a estrecharme con todo su cuerpo y besarme sin parar.
Mi mente sólo quería borrar lo ocurrido, mi cuerpo quería huir.

Eran las cuatro de la tarde, Patrick y Violeta llegan usualmente a las 6:30 p.m., supongo que Paul - esposo de Sophie - también tiene el mismo horario. Y aún cuando ambos queríamos seguir disfrutando de nuestros cuerpos, tenía una voz interior que me pedía correr de ahí.
Así fue, primero entré al baño privado me vestí y arreglé, infelizmente el espejo me reveló un mordizcón en el cuello !maldita sea¡ - exclamé - y ahora ¿qué hago?
!Limón¡ pensé, si un limón es la solución, exprimo el jugo y como un ceviche roseo el sumo en la marca del cuello. Pero por más que busqué no existía en la cocina algo parecido. Igual me despedí con mucho cariño pero con rechazo a lo ocurrido, que contradicción!!

En la calle sentía que todos me miraban y sospechaban de mi, entonces empecé a caminar por calles alternas y en zig zag cuadra tras cuadra.

Tengo que irme de St Clement, tengo que irme - murmuraba - un par de días más, visito todos los sitios y museos de los Beatles y me voy, no puedo seguir aquí.

De pronto la Iglesia de San Clemente estaba ahi frente a mi.

Era la hora del té y sin embargo ví como entraban y salían feligreses de la famosa iglesia. Entonces decidí entrar y rezar por mi crítica situación.


............continúa............................