jueves, 1 de julio de 2010

El cojudito era rojo (II).

Alejándose del parque y metiendo el hocico entre los arbustos, Claus no tenía el más mínimo interés en Cristina. Ella había estado esperandome unos quince minutos.
Claus es un pastor alemán de manto negro que le encanta el olor del jardín, la tierra humeda y los arbustos espesos.

Cristina había llegado a la glorieta del parque y daba círculos para calentarse del frío gélido y garúa típicos en el mes de julio en Lima.

Su tez blanca, labios gruesos, ojos azules y pelo negro conjugaban con su figura esbelta y fuerte.Siempre usaba blusas sueltas y pantalones en verano, ahora en invierno lucía muy bien un sacón verde oscuro de grueso corduroy y lana de oveja en su forro, le encantaban las camisas de franela al estilo vaquero y ahora también llevaba una de cuadros rosados junto a unos jeans entre negros y plateados que nunca vi en otras chicas o chicos de aquél entonces.Su abuela tenía tanto dinero y su madre lo administraba muy bien, que cada vez que regresaba de Buenos Aires, Miami o Londres Cristina recibía 2 o 3 maletas de ropa; claro era la única mujer entre 2 hermanos, muy querida y engreída. Pero ella miraba toda la ropa, escogía la más sencilla para su uso y todo lo demás la vendía entre sus amigas. El dinero lo usaba para apoyar las campañas en la universidad.

Claus se acercó y con su hocico olfateaba a Cristina que le demostraba gran interés, a pesar del barro en la nariz y patas.

Mientras jugaban Cristina y Claus divisé a alguien que merodeaba en el parque, lo miré fijamente. El tipo poco a poco se esfumó.

El sólo haber sido citado por Cristina y estar sólo con ella era algo muy especial para mi; no obstante era 2 años mayor, sus 21 años generaban en mí un samaqueo total.
Nos pusimos a conversar de la opresión del régimen militar con los estudiantes y obreros, que sólo tenía el propósito de proteger a los amigos industriales del régimen protegidos con altos aranceles para evitar la importación de productos de mejor calidad y precio. Además de injusto para todos, pues nos obligaban a consumir productos de mala calidad a alto precio, la clase trabajadora tenía sueldos de hambre.

Nos tienen controlados - decía Cristina - es más hay agentes de inteligencia en la universidad !debes tener mucho cuidado con quien hablas de nuestros planes¡
¡Que, no creo! ¿tanto así?
Muy confidencialmente -me dijo - Mario Paredes, Sofía Carranza y Pedro Valdetaro son policías camuflados, no debes soltar una sola palabra con ellos. Solo hay que despistarlos.

Cristina se refería a las conversaciones que los delegados de la facultad teníamos para apoyar el cambio social injusto y opresor del régimen militar.

Claus había cruzado la pista y aunque no había mucho tráfico abandoné un instante la conversación para recuperar mi travieso pastor alemán. Ella mientras tanto sacó un Gitan, cigarro francés, muy fuerte para mi gusto, pero que disfrutaba con evidente gozo.

Con la terrible experiencia del año pasado en invierno con Claus, que dejó la alfombra y muebles con innumerables trazos de barro, ahora portaba una franela bien amplia para limpiarlo cada vez que se empapaba de su favorito elemento. Apenas llegamos a la glorieta lo limpié por completo; el fuerte aroma del Gitan hizo estornudar a Claus dos veces.

Cristina estaba ensimismada, mirando al horizonte concentrada en algo intimo, no prestaba el más mínimo interés en Claus como supuse haría, simplemente fumaba y pensaba profundamente.
- ¿Qué pasa camarada, se acabaron las palabras? - le dije.
- Ja ja, no, lo que pasa es que quiero estar segura de lo que voy a pedirte - me miró fijamente - no es fácil - susurró.
- Tu sabes que en mi puedes confiar, nunca podría traicionarte.
- Si, lo sé, no se trata de eso, es un asunto delicado, tengo una reunión esta noche luego de las 11, quiero presentarte a las pesonas con quien me reuniré, son muy importantes, además eres muy carismático para nuestras ideas y te necesitamos ¿comprendes?
- Entiendo - susurré - ¡espera Claus ya no está! - corrí hacía el parque en su búsqueda. Mientras buscaba entre los arbustos a Claus noté al mismo tipo que merodeó al principio de la tarde, esta vez me llamó la atención pues tomé conciencia que su aspecto no era el común en la zona de San Isidro.

Tengo un silbido estruendoso y empecé a silbar cruzando el parque, hasta que Claus apareció hecho barro; saqué como rayo la franela, lo limpié a fin de que no ensucie la ropa. El tipo seguía caminando como quien espera una señal.

Cristina volvió a encender un Gitan, le pregunté ¿has visto a ese tipo, que raro no?
- Me dijo, no te preocupes, esta noche te cuento todo.
- ¿Qué, estamos vigilados por la CIA? - susurré -
- Si me aseguras que vienes esta noche, te cuento todo.
- Caramba que misterio, pero tu sabes que te acompañaré, o sea, puedes decirmelo todo y ahora - la miré fijamente retándola.
- No, de verdad ahora no puedo, tienes que confiar en mi por esta única vez. Ven a mi casa 5 minutos antes de 24horas de Canal 5, pues así será más fácil que mi mamá no se ponga difícil y me de permiso rápido.

Hay tanta gente que no debe enamorarse, pensé; cogí la cadena de Claus, lo enganché a su collarín y tomé curso a mi casa.

Continuará.........................

sábado, 22 de mayo de 2010

A veces

A veces siento que mis metas están muy lejos...
A veces creo que estoy triste por culpa de otros...
A veces veo pasar el tiempo como mirando al desierto...
A veces creo que la vida no tiene sentido...
A veces recuerdo el daño que otros me hicieron y siguen haciendo...
A veces el orgullo me invade e me impide fluir...
A veces creo que comprando algo nuevo seré feliz...
A veces pienso que saliendo con amigas a bailar resolverá el sentido de mi vida...
A veces siento que la vida es incierta y que los que más quiero ya partieron...
A veces las mañanas no son como quiero que sean…
A veces el sol no brilla como quiero y los días son grises…
A veces la luna no es visible y las noches son negras…
A veces hay que tener paciencia con las demás personas que sienten quererte…
A veces nos ciega la ira y ofendemos sin querer a quien más amamos...
A veces es bueno pedir perdón cuando eres consciente de tus excesos…
A veces es bueno decirle a un amigo que lo necesitas y extrañas…
A veces es bueno ver nuestros propios defectos antes que los ajenos...
A veces lo más bueno de la vida no es lo más bello... y está muy cerca de ti...
A veces vemos que el sentido de la vida es únicamente vivirla, con alegría o sin ella, con sol o con nubes, con los contrastes y matices que finalmente nos enseñarán a ser únicos y felices...
A veces...

L.C.

lunes, 10 de mayo de 2010

El cojudito era rojo.

Mi madre y mis hermanas se opusieron a que acepte la invitación que me hizo el gobierno cubano, junto a otros compañeros de la universidad, por considerar que sería un viaje para lavarnos el cerebro a la cubana. Mi hermana mayor, con aire de lucides se acercó con las manos juntas, me miró fijamente en los ojos y me preguntó ¿tu crees que esta invitación es realmente gratis? Ahora decimos que efectivamente no hay nada gratis, pero en aquel entonces, con 19 abriles por única experiencia, pensé que habría otra oportunidad e invitación a la que iría sin consulta o comentario a la familia. En realidad mi madre estaba delicada de salud, tanto así que a los pocos meses falleció. Fue una etapa complicada esos años 70's, tanto para mi como para mi país; así es, estabamos en medio de una revolución de "participación plena" que mantenía amenazada a la "oligarquía terrateniente" así como a los industriales grandes y pequeños a quienes se les denominó "burgueses", algo así como sujetos interesados únicamente en su progreso a costa de la clase trabajadora, proletaria y lumpen. Mi padre había fallecido años atrás en medio de un juicio por la propiedad de una hacienda llamada Yencale y la brutal ley de Reforma Agraria que el Jefe de Estado de facto Gral. Juan Velazco Alvarado había vomitado a consecuencia de sus resentidas raíces y asesores norteamericanos de izquierda.

Las universidades de ese entonces eran altamente dosificadas de política partidaria, tanto los profesores, catedráticos, rectores y demás autoridades, incluso las del tercio estudiantil, tenían un alto grado de compromiso con organizaciones políticas. Salir de la escolaridad a la vida universitaria era un cambio radical, de la obediencia plena colegial a la libertad de expresión intelectual y política obligada. No recuerdo haber tenido algún amigo o amiga, en la universidad, que no tenga su posición política o que no haya participado en las marchas masivas en las calles atosigadas de gases lacrimógenos de la Lima revolucionaria de aquel entonces.

Era muy común entre clase y clase que un grupo de líderes estudiantiles entren a las aulas a dar discursos encendidos de justicia social e igualdad política. La mecanica de los aplausos entre oradores, dejando siempre al verdadero lider al final, era todo un mecanismo teatral. Así es, momentos antes de que entren los líderes a las clases, sus "facilitadores" ingresaban para colocarse equidistantes en los distintos puntos cardinales del aula. Ellos durante las alocuciones de los primeros oradores, hacían comentarios proselitistas y aplaudían con evidente emoción revolucionaria. Los alumnos recién salidos del colegio quedabamos impresionados de los discursos en favor de los más pobres y en contra de las injusticias sociales en el país. Técnicas de sensibilización las llamaban.

En muy poco tiempo entendimos que no podíamos ser ajenos a tanta injusticia social y consentir un mundo con hambre y pobreza a consecuencia de un sistema capitalista voraz y cruel.

Cristina había ingresado un par de años antes que yo a la universidad, muy guapa integralmente, sobretodo inteligente, lo demás caía por consecuencia lógica. Su estilo para dirigirse a todos los estudiantes dejaba bobo al más astuto, obviamente usaba toda la parafernalia de facilitadores, aplausos orquestados y la sencilles de una revolucionaria en su peinado y vestido. En su caso creo que no necesitaba de facilitadores que calienten el ambiente para sus alocuciones, pero era lo que habían aprendido en las invitaciones a Cuba.

Cuando le dije que no iría a Cuba se decepcionó de mí y se distanció notablemente por un buen tiempo, sólo volvió a aparecer cuando se enteró que mi madre había fallecido.

............... Continuará ...............

lunes, 5 de abril de 2010

Tonkatsu

Salmón como el color de esa mañana de cábala.

Te ofresco ushio para que calmes tu sed de desiertos,
pero insistes en tus letanías con fervor religioso, terca y obstinadamente.

Sushi mi amor, sólo dejate llevar, la vida es un instante.

Desafías mi experiencia con tu mirada adivina y preguntas de cartilla
¿acaso no sabes que la luz viene de la oscuridad y del caos perseverante?

Yakitori para el gélido pensar de tus rebeldías. Te quedas con los makis!

No me importan tus posesiones, no me interesa tu quiebra en la bolsa, no siento nada sin esos lujos que tanto te angustian, ni siquiera me importa tu piel ni tus mechas violetas. Sólo me interesas tu.

Desde Macao a Kioto, te beso hasta Nara, tus labios rojos me duelen, tu frío cálculo y terco fenotipo zipango me hace temblar. Suelta ya las amarras y prueba este Misho que acabo de preparar.

Esta noche en el Kabuki una katana llevaré debajo de mi manto y llegado el momento de tu rechazo cortaré tu pelo y te verás comenzando otra vez. Tu pelo cortado no sangra, pero tu orgullo si. Bushido gritarás y llegando al tatami no dejaré nada sobre tu piel, pues habrá llegado la hora de darte todo lo que sé.

Momento del Chanoyu que con rabia preparas y disgusto bebes, me sirves sin mirarme, sólo verificas que observo tus pies desnudos para crear otra fantasía que te hará gozar. Una fantasía de Yasaitame que representa esa mezcla de pasiones inversas y tercas de tu kokoro y el mío.

Miai, amor a fuerza de tradición. Aishiteiru, aishiteiru como jamás mi kokoro apasionado pudo amar.

L.C.



jueves, 25 de marzo de 2010

Círculo de fuego.

Como decir olvidarte, con Alzheimer tal vez.
El color de tu aura está en mis pausas,
vivo tu calor en esas honduras del abismo que nos descubrió.

¿Cuándo fue que te quise?
ese instante me enamora
esa sonrisa me flecho al infinito
pero tu sigues jugando con el tiempo a tu favor.

Y es que no lo sabes, no te lo dije.

El circulo de fuego que me desvarió
ese que desvaneció mis hábitos
me distrajo tanto, tanto. Horror.

Ahora te veo aunque la luz no esté
las piedras que traje del mar saben lo que digo
porque ellas han capturado mis emociones frente al laptop.

Me voy y regreso
hoy con ganas como un loco de pasión
no me interesa la redacción
sólo quiero saber si te puedo olvidar.
Será que el verdadero amor no es cuerdo.

Mi superficie sabe que olvidar solo muerto,
por eso sé que algo pasará entre nos
guerra o amor, dulce o ácido,
pasión o sinrazón.

Por eso esperaré a que te duermas,
te besaré como un ladrón en la oscuridad,
y cuando despiertes,
cuando sientas la humedad tibia en tus labios,
sabrás lo que nunca te dije.

Es cierto, te quiero
olvidarte no puedo,
amarte si.

L.C.




jueves, 18 de marzo de 2010

Desvío en el Olvido.

A la distancia ver mi ilusión caer duro doliendo a mil.

Deseas hacer prosa que levante multitudes,

Mi deseo sólo quiere gozar ecos escritos con mis huellas.

No estás en mi ruta, casi pudo ser,

ese aire recurrente de Plutón moldeó tus planes otra vez.

Otra oportunidad nace hoy sin tu olor,

aunque mi piel magullada disimula el desconsuelo, monto el alazán del porvenir.

Nadie sabe que vendrá, dejaremos que los azares del destino

dibujen la silueta del plano horizontal.

El destino hoy se desvió, irás por los aplausos,

Yo iré por el silencio de la música y libertad sin límite.

Siempre estaremos unidos por la soledad dulce y firme que desvía miradas,

Seremos unos pares a la distancia, lejanos y desmemoriados.

El olvido consiente es nuestra receta para que todo sea como lo que nunca fue.

L.C.



Bésame.

Si nos besamos,

Correrías como una duende en feria dominical,

Guardarías el sabor en el ensueño de tus fantasías,

Atraparías cada aliento con el fuego de tu pasión.

Si nuestros dientes rozan con el poder de la sensación,

Jamás dejarías que me vaya,

Nunca permitirías que mis pupilas vivan otra silueta que tú desnudes,

Pondrías papel de arroz en cada pisada, me llenarías de ósculos la cintura perversa,

Serías incandescente como el brote de lava que viola la maleza rugiente.

Si mis mejillas sin afeitar rozan tu pubis,

Te juro que jamás dejarías de volar al espiral del tiempo unificado,

Me atarías con los hilos de plata que corren desde tu corazón al mío.

Si nos besáramos,

Te juro que te juro, que sí.

Está escrito que si nos aproximamos,

Así será.

L.C.