viernes, 4 de diciembre de 2009

Un pecado en St Clement's Church (III).


Me senté en la última banca de la Iglesia St Clement, el silencio era muy acogedor junto al sobrio estilo de la arquitectura y espíritu inglés de los feligreses.

El aroma y sabor de Sophie estaba presente en todos mis sentidos, mi mente invadida de temor y sentimientos de culpa por mi falta de control adolescente. Han pasado más de 30 años y comprendo que lo ocurrido tenía que suceder, asi aprendería que nadie está sujeto al azar o casualidad, si no a una misteriosa ley del destino que con el tiempo dá sus frutos y lecciones moldeando nuestra sabiduría.

Dios mío -rezaba - te prometo que nunca más volveré a ver a Sophie, te prometo que partiré lo antes posible de Liverpool para evitar esta locura. Sólo te pido que nadie se entere de lo ocurrido, te pido que Sophie se aparte de mi y no vuelva a buscarme.

Seguí caminando hacia el North West de Liverpool, se hizo tarde y desde una cabina telefónica llamé a Violeta para avisarle que llegaría en media hora.

En Lima me esperaban mis estudios de Letras en la PUCP, una linda enamorada que conquisté cuando ella cursaba el último año del colegio. No tenía definido que carrera estudiaría, lo que si era evidente es que no tomaría ninguna profesión que demande matemáticas. Las humanidades eran mi camino, principalmente la filosofía.

Llegué a casa y Violeta tenía listo el roast beef, típico plato británico. Estuve casi mudo y las pocas veces que hablé fue para hacer comentarios cordiales a las reflexiones de Patrick a quien le gustava la historia del Perú y los Queen's que estaban preparando un concierto apoteósico en Londres para fines de agosto. Infelizmente tenía que regresar después de fiestas patrias peruanas pues se inciaba mi ciclo en la PUCP.
Pero aún estás muy joven - decía Patrick - puedes quedarte hasta el concierto, será una experiencia inolvidable para ti, además pronto vienen mis primos de Irlanda, Kevin y Steve, de tu edad más o menos, y podrán disfrutar todo el verano. Sonreí amablemente, miré los ojos de ambos, dí las gracias y subí a mi cuarto a descansar.
Recobré el entusiasmo y mi imaginación se llenó de ideas para congeniar con los primos de mi cuñado y la idea de alargar mi estadía para ver a Queen's era muy, muy atractiva !huevear y perder un ciclo¡ que locura.

Ya en mi cuarto, dispuesto a dormir, Violeta pasó rápidamente mirándome con cierta extrañeza - ¿pasa algo? - me dijo,
No, nada, al contrario creo que será más divertido compartir mi estadía con los primos de Patrick.
Ok, hasta mañana, en la refri te dejo todo para tu desayuno y almuerzo, y por favor cuando salgas apaga el aire acondicionado, hoy encontramos la casa congelada.
Huy perdón, me olvidé, no volverá a pasar.
Gracias por todo, hasta mañana.
Me hizo adios con la mano y se fué con las cejas elevadas.
Era evidente para Violeta que algo pasaba en mí, una marca en el cuello, su intuición, olfato femenino y percepción familiar no la engañaban.

Me costó dormir, por un lado imaginaba tácticas para ver nuevamente a Sophie y, por otro lado, me autocensuraba por desearla. Quería sentirla a mi lado y de pronto surgía la imagen de Paul descubriendo nuestra brutal atracción. Terror.
A la mañana siguiente tenía dos objetivos contrarios, por un lado decidido a no ver nunca más a Sophie, y, por otro, totalmente determinado a asumir todos los riesgos, buscarla y hacerla feliz.

Patrick y Violeta terminaban el desayuno y salían al trabajo mientras me daba vueltas en la cama calentando mi mente con tendencias contrarias. Miré el relog y eran las 9:30 a.m., no podía seguir enterrado en la cama, tomé una ducha, desayuné, puse mi pasaporte, libras y monedas en mi canguro, apagué el aire acondicionado y partí sin plan alguno a la calle.

Cerré y puse llave a la puerta y al voltear sentí un estremecimiento, Sophie estaba sentada en la vereda del frente, triste y preciosa.


............continúa.......................