martes, 5 de mayo de 2009

Fairy français.

Nos presentaron antes de cenar,
tu color canela y orejas puntiagudas,
tus ojos aceitunados y cabello boreal
despertaron todo mi ser escorpión.

Sentados ya en la mesa marmorea, tu
al extremo derecho, yo en la cabecera izquierda,
era imposible que el reojo de eros dejase de crear una sinfonía
curiosa, fantasiosa, llena de infinitas posibilidades.

Tu francés muy veloz, bello como una invitación de amor,
los ojos de los comenzales devoraban nuestras disimuladas intenciones,
y nuestra imaginación buscando como aguja en un pajar cualquier
tema de conversación.

Y apareció el travieso cupido, lanzó como siempre su madera sutil, directa,
precisa y tibia. ¿Eres un Hada? pregunté
Oui dijiste con tu profunda mirada.
Y no paramos de hablar.

Quedamos sólos en la mesa,
como en el infinito
mirándonos con eterna curiosidad
mientras nuestras voces intercambiaban
frases, palabras, sonidos del francés,
dîner riche, belle nuit, bonne musique.

Hasta que la voz inglesa nos trajo
a la ilusión terrenal,
is too late, tomorrow we have a long day
in Moray.

Desplegaste tus alas translúcidas,
volaste a tu habitación,
aparecieron en mi los deseos poderosos,
vi otra vez ese reojo tuyo, sutil y penetrante.

La Vía Láctea iluminó mi sendero a la habitación,
recordaba nuestra charla en la que me confiaste que tu afición predilecta
eran las plantas curativas y mágicas, que el latín era tu preferido y
que tienes una varita muy poderosa para lanzar conjuros.

Llegué y puse mi cuerpo para el ritual de mi especie,
me transformé en un perfecto escorpión, lleno de gozo,
con mis tenazas hacia el firmamento, y mi aguijón en señal
de alegría, fantasía y esperanza.

Llegó el momento de soñar, de cerrar los ojos,
de vivir en las mixturas del recuerdo de tu idioma,
del color de tu piel, de nuestras almas conectadas
por un misterioso haz de luz.

Al amanecer estabamos bajo el cuarzo transparente
meditando con todos los demás seres de la excursión.
Dentro de la pirámide de luz te lanzaba rayos indigos,
azules y verdes; confieso también que te regalaba
rayos rojos.

Llegamos a Moray,
nos ubicamos al centro del círculo mayor,
preparamos el ritual con palo santo,
polvo de estrellas, chispas del sol y
3 hojas de coca en nuestra frentes.

Unimos nuestro pies entre todos haciendo
un círculo recostados sobre la hierba,
nos tocó estar frente a frente,
pero esta vez nuestras fantasías se unieron
en una letra de danza y celebración:
"Madre tierra bajo mis pies, todo me dás,
me haces felíz, bajo mis pies vas gestando
la sabia y alimento para mi ser"
.

Esa tarde me alimentaste de avellanas, aceitunas,
granadilla y hojuelas de manzana deshidratada. Los
vegetales son tu pasión. Y todo, todo lo que me diste
disfruté en medio de la ensoñación proyectada, a través
del color de tus pies que me dejaste ver.

Se que a París te vas,
volverás a los campos de vegetación,
tienes hechizos impostergables que realizar,
la causa anti-transgénicos debes liderar
y solo me quedo decidiendo que hacer.

A bientôt.

L.C.